«Verraco nos presenta a un escritor con un don excepcional. Sus relatos pivotan entre el horror y la risa, son conmovedores y dolorosos, además están magníficamente articulados; narrativa en su máxima expresión.» Joyce Carol Oates.
Los personajes de estos relatos son gente endurecida por la indigencia que vive en las montañas, apartada de la civilización, en casuchas y remolques destartalados. Trabajan en fábricas de neumáticos y en mataderos, paren hijos como alimañas, plantan y crían lo que se comen, atienden mesas o se desnudan en tugurios de mala muerte a cambio de un sueldo miserable. Beben mucho, aman como pueden, les cuesta Dios y ayuda llegar a fin de mes, manejan armas, acumulan chatarra, utilizan las páginas de la Biblia para liarse cigarrillos, son más bien parcos en palabras, no se prodigan en atenciones y suelen tener la ira a flor de piel. Sus vidas transcurren entre peleas de bar, apuñalamientos, disparos, discusiones domésticas, serpientes desolladas, canciones tristes y verracos asesinos.