En enero de 2015, a Iván de la Nuez le fue extendido en La Habana, desde los Servicios Necrológicos de una funeraria, su certificado de defunción. Un hecho insólito, atribuido a un «error burocrático». Después del shock inicial -¿cómo se puede salir del país estando muerto, qué mente enferma es capaz de fraguar una broma así, cómo «volver» legalmente a la vida?-, asumió finalmente que ese documento mortuorio era un buen pasaporte para travesar los problemas del mundo y salir de estos lo más ileso posible. Una vez que estás muerto, ¿qué mas te puede pasar?
Este libro, desde el SOS del comienzo hasta el SMS del final, es el resultado de esa decisión. Unas memorias de ultratumba en las que el autor radicaliza su sentido de la anticipación y su particular estilo a la hora de abordar y nombrar las cosas. Por eso aquí el término «posmo» se refiere a «post mortem» y no a «posmoderno», una definición que en estas páginas solo aparece dentro de la crítica sin paliativos a un debate que el autor considera anacrónico y propio de la poca imaginación de unas guerras culturales ancladas en el pasado. A través de medio centenar de situaciones, Posmo lo mismo se interesa por un género como la automicción -capaz de engarzar a Sartre con Chateaubriand- que por esa extraña dedicación a cazar pokémons o firmar cartas de intelectuales que tanto practican los vivos. A partir de ahí, este es un recorrido espectral que recorre desde vivencias personales hasta los efectos culturales de una pandemia o la guerra en Ucrania, rematando con ese estatuto que De la Nuez llama Nuevo Orden Normal.
Desde la explosión provocada por aquella defunción avanzada, Posmo es una venganza escrita con la libertad que solo pueden alcanzar, en este mundo, los que ya están en el otro.